sábado, 19 de enero de 2013

Los libros viajeros de Cortázar




Cortázar llenaba sus libros de notas y comentarios, a lápiz, y con pluma, y con rotulador y con cualquier cosa que tuviera a mano. Anotaba en francés, inglés o castellano, dependiendo del idioma en que estuviera leyendo, no como Mallarmé cuyos libros, decía, sólo hablaban francés.

Me contaron de Cortázar una historia fantástica; la de esa biblioteca deshojada, volandera, en Italia. Viajaba con su mujer, Aurora, a mediados de los años cincuenta, en tren, y para no cargar con un equipaje innecesario, acostumbraban a comprar libros en las librerías de las estaciones, para los trayectos. Compraban un título que leían juntos, en general primero Julio que, cuando terminaba una página, la arrancaba y se la pasaba a Aurora, sentada a su lado, que cuando acababa de leerla la arrojaba por la ventanilla.


De modo que habrá en alguna parte una biblioteca perdida de Cortázar, una biblioteca secreta. Tal vez para encontrarla sea preciso seguir las vías férreas por toda Italia, de norte a sur y de este a oeste, recogiendo las páginas que Aurora y Julio, Julio y Aurora arrojaban al tren.


Jesús Marchamalo, Tocar los libros, Centro Superior de Investigaciones Científicas, 2008, pág. 63
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Zenobia Camprubí.- diarios



[Miami, martes 12 de marzo de 1940]

"Hoy fue un mal día para mí. Empecé con ganas de escribir un cuento y escribí una página y media con gran estilo y concentración hasta que vino J. R.(Juan Ramón Jiménez)  con una larga diatriba sobre el comer fuera, echarse a perder el estómago y envenenarse el organismo durante una semana. Las ideas se me esfumaron, así es que me puse el sombrero y me fui al mercado. Cuando regresé, no pude continuar ni concentrarme con la tensión de que en cualquier momento me pudiera llamar para escribir a máquina. Por la tarde, fuimos a dar una vuelta en el coche para explorar los alrededores, pero sin ningún resultado, pues el día era cálido y no había muchos árboles. Regresamos, y J. R. empezó a quejarse constantemente del ruido que se oía cada vez que yo trataba de volver la página del periódico, lo que hacía con el mayor cuidado. Luego, cuando estábamos escribiendo a máquina, Mrs. Lowe vino un momento para invitarnos a un concierto y J. R. estuvo a punto de ponerse furioso por la interrupción. Después de escribir a máquina, mencioné que quería oír a Kalterborn y J. R. dijo: “¿Ahora?” Esto fue el colmo; así es que me monté en el coche y me fui a un lugar tranquilo donde pudiera pensar en un plan para no pasarme toda la vida como si estuviera en la sala de espera de una estación: esperando a cocinar o escribir a máquina para J. R. Desayuno a las 8 a. m. Máquina a las 10. Almuerzo a la 1. Máquina a las 3:30. Cena a las 7:30, lo que no me deja tiempo entre medias para hacer siquiera un viaje a Miami, por no hablar de citarme con alguna amiga. También la traducción está atrasada, porque no hay una hora al día en que pueda escribir a máquina sin molestar a J. R."

Imagen: Zenobria y Juan Ramón el día de su boda

Fragmento de "Don Quijote de la Mancha" - Miguel de Cervantes



"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!"

En la foto podemos ver la escultura de bronce, obra de Lorenzo Coullaut Valer, presente en la Plaza de España (Madrid)