domingo, 24 de marzo de 2013

Anais Nin, por sí misma


"Sólo creo en el fuego. Vida Fuego.
Estando yo misma en llamas enciendo a otros.
Jamás muerte. Fuego y vida"

“Cualquier forma de amor que encuentres, vívelo”

"Somos como escultores,
constantemente tallando en los demás imágenes que
anhelamos, necesitamos o deseamos,
a menudo en contra de la realidad,
contra su beneficio, y siempre, al final,
un desengaño,
porque no se ajusta a ellos"

"No vemos jamás las cosas tal cual son,
las vemos tal cual somos"

“Me niego a vivir en un mundo ordinario como una mujer ordinaria.
A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis.
Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo.
No me adaptaré de mi mundo. Me adaptaré de mi misma”

“El amor nunca muere por causas naturales.
Muere porque no sabemos rellenar su fuente.
Muere de ceguera emocional, de nuestros errores y traiciones.
Muere a causa de nuestras enfermedades y heridas del corazón,
De cansancio, por falta de riego.
Cuando se vuelve opaco y deja de brillar,
Entonces el amor muere.”

"El erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo,
tan indispensable como la poesía."

"La vida se dilata o expande en proporción al propio coraje"

"Sólo el latido unísono del sexo y el corazón puede crear éxtasis"

"La única anormalidad es la incapacidad de amar"

"Yo, con un instinto profundo,
elijo un hombre que provoca mi fuerza,
que ejerce demandas enormes sobre mi,
que no duda de mi coraje ni mi rudeza,
que tiene coraje de tratarme como una mujer"

"Es la culpa, el miedo,
la impotencia lo que hace crueles a los hombres"

"La carne contra la carne produce un perfume,
pero el roce de las palabras
no engendra sino sufrimiento y división"

"Hay sólo dos clases de libertad en el mundo;
la libertad del rico y poderoso,
y la libertad del artista y el monje
que tienen el coraje de renunciar a las posesiones"

"Cuando haces un mundo tolerable para vos,
haces un mundo tolerable para otros"

"Hay dos modos de llegar a mí, mediante los besos o la imaginación.
Pero existe una jerarquía; los besos por sí solos no bastan."



Extractos de “Incesto: diario no expurgado” 1932-1934

Imagen: Anais Nin, por Carl Van Vechten

Carta de F. (¿Frankenstein?) a Mary Shelley




Cuando la escritora inglesa Mary Shelley murió en 1851, sus deudos encontraron en su archivo personal una misteriosa carta que le fue enviada el 26 de enero de 1822 por un oscuro personaje que vivió en algún país del Este de Europa. El contenido de la epístola ha despertado sospechas entre sus biógrafos en el sentido de que quizás Shelley se inspiró en una historia personal, un amor perdido, para escribir el clásico de la literatura "Frankenstein".

Se cree que quizás Frankenstein en realidad existió y que fue alguien que amaba a Mary Shelley y a quien ella despreció basándose en el aspecto físico que éste tenía. La carta dice lo siguiente:

"Mary:
Sobre lo que siento quiero decirte que todo lo que me pasa es resultado de mis errores y también de cosas que pasan y que escapan al control de uno. Y esto, sin quererlo, cambió mi carácter. Y me volvió una persona que no es positiva para los demás. Y no sé cuándo mi corazón se quedará limpio de tanta malas vibras que tiene ahora. Es cierto lo que dices Mary, yo no soy el único que sufre en el mundo. Y sé que parece que soy un egoísta. Pero la razón de mi forma de ser es que no tengo fuerzas para ver un mundo mejor. En algún momento de mi vida extravié al niño que se supone debe estar dentro, en algún lugar de mi espíritu... de mis sueños. 
Y esta es la razón de mi amargura reciente. Y por eso Mary, si creyera en Dios, o en la virgen María, les pediría que me ayudaran a encontrar ese niño y así convertirme en una persona mejor. Y que eso también ayudara a hacer invisible mi cuerpo, las marcas en mi rostro, y dejara al descubierto, para ti y para todos mi corazón…
Con amor, F."

Emily Brönte.- Cumbres borrascosas



-Pues soñé -dijo- que estaba en el cielo, que comprendía y notaba que aquello no era mi casa, que se me partía el corazón de tanto llorar por volver a la tierra, y que, al fin, los ángeles se enfadaron tanto, que me echaron fuera. Fui a caer en medio de la maleza, en lo más alto de Cumbres Borrascosas, y me desperté llorando de alegría. Ahora, con esa explicación, podrás comprender mi secreto. Tanto interés tengo en casarme con Edgar Linton como en ir al cielo, y si mi malvado hermano no hubiera tratado tan mal al pobre Heathcliff, yo no habría pensado en ello nunca. Casarme con Heathcliff sería rebajarnos, pero él nunca llegará a saber cuánto le quiero, y no porque sea guapo, sino porque hay más de mí en él que en mí misma. No sé qué composición tendrán nuestras almas, pero sea de lo que sea, la suya es igual a la mía, y en cambio la de Eduardo es tan diferente como el rayo lo es de la luz de la luna, o la nieve de la llama..."

Lilith, el mito de la primera mujer



Sorprendente este mito hebreo, de origen mesopotámico, que podría haberse titulado "Lilit, una feminista en el paraíso"  El origen de la leyenda que presenta a Lilit como primera mujer se encuentra en una interpretación rabínica de Génesis 1, 27. Antes de explicar que Yahveh dio a Adán una esposa llamada Eva, formada a partir de su costilla (Génesis 2:4-25), el texto dice: «Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó». Una interpretación posible es que Dios creó en primer lugar una mujer a imagen suya, formada al mismo tiempo que Adán, y sólo más tarde creó de la costilla de Adán a Eva. La primera mujer a la que alude Gn. 1, 27 sería Lilit, la cual abandonó a su marido y el jardín del Edén. Es decir, en un primer intento Dios crearía a hombre y mujer a su propia imagen y tras el abandono de ésta ( ahora veremos por qué), decidió crear una compañera para Adán de su propia costilla.


Adán y Lilit nunca hallaron armonía juntos, pues cuando él deseaba tener relaciones sexuales con ella, Lilit se sentía ofendida por la postura acostada que él le exigía. «¿Por qué he de acostarme debajo de ti? —preguntaba—: yo también fui hecha con polvo, y por lo tanto soy tu igual». Como Adán trató de obligarla a obedecer, Lilit, encolerizada, pronunció el nombre mágico de Dios, se elevó por los aires y lo abandonó.

Saliendo del Edén fue a dar a las orillas del Mar Rojo (hogar de muchos demonios). Allí se entregó a la lujuria con éstos, dando a luz a los lilim. Cuando tres ángeles de Dios fueron a buscarla (Snvi, Snsvi y Smnglof), ella se negó. El cielo la castigó haciendo que muriesen cien de sus hijos al día. Desde entonces las tradiciones judías medievales dicen que ella intenta vengarse matando a los niños menores de ocho días, incircuncisos.



El Génesis Rabba, midrás sobre el libro del Génesis, recopilado en el siglo V en Palestina, señala que Eva no existía todavía en el sexto día de la Creación. Cuando Yahvéh había dispuesto que Adán diese nombre a todas las bestias, aves y otros seres vivientes y  desfilaron ante él en parejas, macho y hembra, Adán —que ya era un hombre de veinte años— sintió celos de su amor, y aunque copuló con cada hembra por turnos, no encontró satisfacción en el acto. Por ello exclamó: «¡Todas las criaturas tienen la pareja apropiada, menos yo!», y rogó al Dios que remediara esa injusticia.


La leyenda está vinculada a la tradición mágico-religiosa judía de  poner un amuleto alrededor del cuello de los niños recién nacidos, con el nombre de tres ángeles (Snvi, Snsvi, Smnglof).



Imagen: Dante Gabriel Rosseti.- Lady Lilith