jueves, 15 de agosto de 2013

Carta de Federico Fellini a Giuilano Géleng (sobre Amarcord)



Roma, noviembre de 1973

Querido Giuliano:

Me dicen que también tú estuviste anoche en la proyección y que la película te gustó mucho. Es obvio que el asunto me deja completamente indiferente. Olvida que viste la película y olvida que te gustó.

Piensa más bien que la salida de Amarcord será dentro de un mes y que lo urgente por lo tanto es que se nos ocurra una idea para el afiche ya que los bocetos que me presentó la distribuidora parece que fueran órdenes de captura contra el presidente y el jefe de la oficina de prensa. ¿Tienes alguna idea? Lo dudo; y de todas formas, si la tienes, olvídala. ¡No sé por qué diablos pienso en ti en vez de dirigirme a otro pintor! (A propósito: ¿no me podrías proponer algún nombre?).

Hablando en serio, no te esperes que yo ahora me ponga a charlar contigo y a hacer disquisiciones o a discutir sobre Amarcord en el intento de que lleguemos a una idea gráfica que presente la película al público de una manera exacta y eficaz. En todo caso no te agites, coge papel y lápiz y escríbete estos apuntes, que son burdos y aproximados, pero si dios quiere lo suficientemente confusos.

Entonces: el afiche, a primera vista, tendría que desencadenar la alegría repiqueteante de una tarjeta de Navidad o, mejor todavía, de Pascua. El color debería ser neto, brillante, sonoro, e insisto en la sonoridad; del afiche debería salir una especie de repique de campanas, de voces, de gritos y arias y luz y viento.

No te asustes. Te preciso un poco más la composición: todos los personajes de la película deberían aparecer como asomándose desde el afiche, y mirar a los espectadores, a los que pasan por la calle. Yo creo que estos personajes deberían quedar como sorprendidos en una atónita inmovilidad, amable, atrevida y renuente, una especie de vieja imagen indeleble y fabulosa que se refleja en un espejo festivo, dominical.

Se podrían proponer los semblantes de cada uno de los personajes de acuerdo con un nítido módulo naïf: pero que sea un naïf revisado críticamente capaz de disimular, aunque no mucho, una cita irónica y afable (en el fondo me parece que éste es el signo más inmediato si se quiere caracterizar la individualidad exuberante, alterada e inconsciente de los personajes de mi película).

Luego, detrás de ellos, podría abrirse una amplia llanura con el campo, la playa, el mar, y tú, que tanto amas a los maestros del surrealismo, podrías diseminar en esta profundidad celeste y luminosa algunos temas y situaciones de la película: el Grand Hotel, el Rex, el mesón nupcial, teniendo cuidado eso sí de conservar del surrealismo no su mal entendida vocación por lo subversivo gratuito, sino más bien haciendo lo posible por rescatar una de sus características más auténticas, es decir, la maravilla, el encanto liberador, la levedad soñadora, amenazante... Chao, Giuliano, ponte ya mismo a trabajar con el entusiasmo y el compromiso de siempre y verás que el primer boceto que te salga será un desastre. Pero se puede hacer más de un boceto y hay más de un pintor capaz de hacer un boceto. Una última cosa, ésta sí muy en serio: no se te va a pagar, pero, para compensar, dentro de un mes todo tiene que estar listo.

Cuento contigo. No sé por qué.

Un abrazo afectuoso,

Federico


(Giuliano Géleng, pintor, escenógrafo y en ocasiones vestuarista italiano, colaboró activamente con Fellini en muchas de sus películas. Además del primer cartel de Amarcord —al cual se refiere esta carta y del que más tarde se han hecho otras versiones—, diseñó los afiches promocionales de Roma y de La voz de la luna, e hizo la escenografía de Y la nave va y de Ginger y Fred. En los últimos años se han realizado varias exposiciones con sus dibujos y maquetas para las obras del gran director italiano.)

Duke Ellington & John Coltrane: In a sentimental mood


"In a sentimental mood" es uno de los grandes temas de Duke Ellington y por supuesto del jazz. El tema se compuso en 1931 y el propio Duke refiere acerca de los orígenes de esta pieza que fue fruto de una curiosa improvisación. En un concierto dado a altas horas de la noche en la ciudad de Durham (Carolina del Norte) para unos amigos, se produjo una pelea entre dos chicas que se decían de todo desde ambos lados del piano. Duke Ellington no dejó de tocar y se puso a improvisar esta suave y relajante balada con la clara intención de calmar a las iracundas féminas. Si consiguió apaciguarlas con sus notas es algo que no sabemos, pero sí que fruto de aquella singular inspiración nació uno de los temas más versionados de la historia del jazz.
 
Edmun Anderson, amigo de Duke Ellington, contaba acerca del tema:

"Un día le pregunté cuál de sus composiciones le parecía la típica canción negra. Se lo pensó unos segundos y me contestó: "In a sentimental mood". Protesté un poco: le dije que me parecía una canción muy blanca y refinada, y que la gente solía sorprenderse cuando se enteraba de que era suya. "Ah -replico Duke- eso es porque tú no sabes lo que es ser negro"
 
La versión que hemos escogido hoy de este tema es la que tocaron el propio Duke Ellington al piano y el gran John Coltrane al saxofón en el disco que grabaron en 1962. Los dos intentaron aproximarse a la idea que tenían el uno del otro, dado que sus estilos eran realmente diferentes, y el resultado quedo bien lejos del fracaso que todos auguraban a una colaboración que fácilmente puede calificarse de inverosímil. Eran dos etapas del jazz que se daban la mano, Duke Ellington tenía ya 65 años y John Coltrane 37 y de lo diverso nació lo excepcional, de modo que esta versión de "In a sentimental mood" es calificada por todos como la de referencia. El propio Johnny Hodges, el saxofón de la orquesta de Duke Ellington, y que era sin duda gran parte del alma que respiraba la formación señalaba:
 
"Fíjate que conozco esta canción desde hace tiempo, pero creo que la interpretación de Coltrane es la más bonita que he oído en mi vida"
 
 
"In a sentimental mood" por Coltrane y Ellington
 
 
La versión cantada. En este caso por Ella Fitzgerald

Dante Alighieri por Él mismo (Citas):



 "Hay un secreto para vivir feliz con la persona amada: no pretender modificarla".

"La lujuria merece tratarse con piedad y disculpa cuando se ejerce para aprender a amar"

"La raza humana se encuentra en la mejor situación cuando posee el más alto grado de libertad".

"Me ató a sus brazos, con placer tan fuerte, que, como ves, ni aun muerta me abandona."

"No hay mayor dolor que acordarse de los tiempos felices en la desgracia. "

"No menos que el saber me place el dudar."

"No puede comprenderla [la pasión] quien no la experimenta."

"Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza. "

"Pronto se aprende a amar a un corazón gentil. "

"Quien sabe de dolor, todo lo sabe".

"Se debe temer sólo aquello que puede perjudicar a otro; lo demás, no, que no da miedo. "

"Sé firme como una torre, cuya cúspide no se doblega jamás al embate de los tiempos."

"Si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo."

"Tanto es gentil el porte de mi amada, tanto digna de amor cuando saluda, que toda lengua permanece
muda y a todos avasalla su mirada. "

"Vuestra fama es como la flor, que tan pronto brota, muere, y la marchita el mismo sol que la hizo nacer de la tierra ingrata. "

"¡Oh, insensatos afanes de los mortales! ¡Qué débiles son las razones que nos inducen a no levantar nuestro vuelo de la Tierra!"

"Amor brilla en los ojos de mi amada, y se torna gentil cuando ella mira: donde pasa, todo hombre a verla gira y a quien ve tiembla el alma enamorada. "

"Bien merece el mortal que se lamenta, corriendo tras de cosa que no dura, la suerte que en la vida lo atormenta."

"Busca la libertad, don tan preciado como sabe quien por ella dé la vida."

"Conocerás por experiencia lo salado del pan ajeno, y cuan triste es subir y bajar las escaleras en un piso ajeno. "

"El alma para amar ha sido creada, mas se complace en cosas pasajeras, cuando por los placeres es llamada."

"El amor mueve el sol y las estrellas. "

"El mejor regalo que Dios ha dado en Su abundancia fue la autonomía de la voluntad. "

"El vino siembra poesía en los corazones. "

"Feliz mil veces quien la ve y la siente; al nacerle el alma al punto empieza todo humilde pensar, toda dulzura, y no sabe, admirarla sonriente, si en ella se excedió naturaleza, o el milagro gentil tanta hermosura."

Los guantes de Richard Wagner.-



De todos es sabido la consideración que los nazis tenían por la música wagneriana y la certeza de que las notas de sus obras reflejaban los más altos ideales arios. Pero el caso es que no es solo esta sublimación de la mitología aria a través de la música lo que une a Wagner, al que vemos en la foto, con el régimen nazi. Richard Wagner era también un convencido antisemita que llegó a escribir un ensayo en contra de compositores judíos como Giacomo Mayerbeer (que había ayudado económicamente a Wagner para el estreno de Rienzi) o Felix Mendelsshon; la obra se titulaba "El judaísmo en la música" (1850). El propio Wagner comentaba sobre las motivaciones que le llevaron a realizar este escrito, considerado como uno de los hitos más importantes de la historia del antisemitismo alemán:

"Explicarnos a nosotros mismos la repelencia involuntaria que sentimos por la naturaleza y la personalidad de los judíos, a fin de reivindicar el instintivo disgusto que claramente reconocemos como más fuerte y más abrumador que nuestro celo consciente para librarnos del mismo."

Pero como buen músico su oposición a la música proveniente de estos compositores judíos fue más allá de las palabras y así cuando debía dirigir alguna obra de Mendelsshon tenía la costumbre de colocarse unos guantes que tan pronto como terminaba la obra se quitaba y tiraba a la basura porque, según el mismo explico en más de una ocasión "le asqueaba dirigir música compuesta por un judío".

¡Un regalito el muchacho!.

Que menos que poner algo de Mendelsshon como muestra de la pervivencia en los gustos musicales de muchos de la obra de este grandioso compositor. He elegido su concierto para violín op. 64 que puede que por sí solo -es una opinión muy personal- sea mejor que toda la obra de Wagner. Puede que él lo supiera en su fuero interno.


Hilary Hahn interpretando el concierto para violin op. 64 de Felix Mendelsshon